PRIVILEGIADA CON EL TRABAJO DE TODA UNA VIDA DE JOSEFA
Las sombras con relación a la seguridad y protección social de Josefa, empezaron a desvanecerse cuando nos enteramos inicialmente a través del abogado Samil López, actual Juez de Primera Instancia en lo Civil y Mercantil del Estado Aragua, que la misionera Verla le había vendido, mediante documento de venta pura y simple, las propiedades a la misionera Elizabet Camero de Artigas. Posteriormente también nos informamos por medio de la misionera Verla Peterson de la entrega de sus propiedades a la misionera Elizabet, con la condición de que ella velara por Josefa hasta su muerte, y ya que lo sabíamos Elizabet no nos pudo ocultar mas que Verla Peterson le había entregado la titularidad de las propiedades. De momento la información mantenida oculta hasta ahora, significó un alivio para nosotros, pero muy pronto todo se convirtió en tristeza. El hecho que Elizabet hubiese recibido tan excelente compensación para velar por el bienestar de Josefa, nos hubiera generado tranquilidad por encontrarnos tan distantes físicamente. Sin embargo, la decisión de Elizabet de mantenerse callada por tanto tiempo, no compartir información con nosotros del convenio con Verla Peterson, sus requerimientos económicos solicitados a nosotros y a instituciones para atender a Josefa, habiendo recibido ya el pago por ello, sus constantes quejas por el cuido a Josefa y la ilógica presión puesta en Josefa para que se mejorara, trajo profunda preocupación en el seno de la familia. El único deseo de Josefa era poder volver a su casa, la cual venia ocupando por décadas acompañada de sus loros y su perro, el cual murió de manera extraña al no estar ella en su casa. Ahora Josefa, anciana, enferma, triste, deprimida, indefensa y sin más nada en la vida que unas batas de dormir, pasó a estar recluida en un depósito de ancianos, carente de las mínimas condiciones que un asilo de ancianos requiere, como nos enteramos posteriormente. Semanas después de internada en el depósito de ancianos, la comunicación con Josefa comenzó a hacerse más difícil debido a limitaciones impuestas por los administradores del lugar. En conversaciones con ella, Josefa continuaba manifestando su profundo deseo de regresar a su casa, que sabía estaba siendo ocupada por la hija de Elizabet Camero de Artigas, ella no quería regresar a la casa vecinal, que era lo que le prometía Elizabet si colaboraba. ¿Estaba fantaseando una vez mas Josefa? No, ella simplemente estaba reclamando lo que por derecho le pertenecía. En ese momento comprendimos que el acuerdo entre las misioneras Verla Peterson y Elizabet Camero de Artigas no se estaba cumpliendo. Al contrario, Josefa estaba siendo víctima de maltrato emocional y negligencia, que consistía en la privación parcial de atención médica, afectos, incomunicación parcial, aislamiento de su familia y reclusión en "manos de terceros y extrañas".